En un primer momento escucharon el cuento, lo comentaron y luego...la Gran Sorpresa, totalmente inesperada: Se encontraron con el auto del cuento, que hacía instantes estaban viendo en el libro...¡Pero de verdad!!!, de madera y para armar!.
La magia se dio cuando los padres y madres invitados al taller para ayudar a sus hijos, se integraron en forma grupal transformándose por un momento en un chico más.
Cada grupo tenía un Capitán de equipo, es decir una madre o padre, y tenían un nombre determinado que los identificaba de los demás.
Los chicos se integraron y tuvieron una participación interactiva no produciéndose en ningún momento una situación de conflicto, todo lo contrario, se notó el compañerismo, la solidaridad y el respeto por el otro.
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